Quizá es una medida que ha pasado desapercibida para la mayoría de consumidores. La UE ha prohibido desde este mes de septiembre los aspiradores que superen los 1.600 vatios de potencia, continuando así su apuesta por los electrodomésticos de más eficiencia energética, que se traduce en un mayor ahorro para el consumidor y un menor impacto ambiental.
Desde el pasado 1 de septiembre de 2014, los aspiradores vendidos en la Unión Europea (UE) deben llevar las etiquetas de clasificación energética, como ya muestran otros electrodomésticos, los neumáticos o los edificios. A partir de dicha fecha, los aspiradores con más de 1.600 vatios (W) de potencia se prohíben en suelo comunitario, si bien los comercios podrán vender los almacenados hasta agotar existencias.
La prohibición de los aspiradores de mayor potencia es un paso más en el camino de la UE para aumentar la eficiencia energética. Desde la CE estiman que con todos los productos juntos para los que hay requisitos mínimos de eficiencia, el ahorro global alcanzará hasta un tercio de la energía consumida en la UE para 2020. El ahorro de electricidad ayuda a los consumidores a que gasten menos en sus facturas de la luz, cuyo precio es cada vez mayor, y al medio ambiente. Un menor consumo energético supone menos impacto en el entorno para la extracción del combustible, además de menos emisiones contaminantes y de gases de efecto invernadero implicados en el cambio climático. La normativa no solo se fija en el gasto energético, sino también en la durabilidad. Los responsables comunitarios apuestan por productos de mayor calidad, que duren más, que se hagan de acuerdo a las bases del ecodiseño y con el objetivo de convertir a la UE en una economía circular que reduce la cantidad de residuos, el impacto en la naturaleza y, además, genera empleos verdes.