Dice el dicho que “sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”. Es lo que a veces pasa con el seguro para el hogar. En España no es obligatorio, como tampoco lo es en el Reino Unido. En cambio sí lo es en algunos países europeos como Francia. En Suiza incluso se exige a quienes pretendan alquilar una casa.
Si lo tenemos puede pasar que la aseguradora nos diga aquello de que “ese desperfecto no corre a cargo de la póliza”. Por ello hay que elegir bien. Se debe contratar una póliza que contenga las coberturas más necesarias y básicas para la casa, pero también otras específicas que hoy en día pasan por la protección de electrodomésticos, aparatos tecnológicos y ordenadores.
Para acertar con la elección del seguro del hogar, es necesario saber exactamente qué cobertura estamos contratando. Esto exige dedicarle un tiempo al estudio de las condiciones de la póliza y así evitar sorpresas después.
No pueden faltar las que incorporen incendios, robo y actos de vandalismo, entre otros. Deben incluirse también las situaciones más molestas en la vivienda: rotura de cristales, daños producidos por agua, etc. Y para rematar la propuesta aseguradora, también deben estar los temas legales, como todo lo relacionado con la responsabilidad civil, protección jurídica integral, etc.