Se trata de encontrar el origen de esas grietas; de ese modo conoceremos sus posibles consecuencias. Y para ello de nada sirve consultar foros o páginas en internet, ni hablar con el amigo de un amigo que dice saber de todo ésto. Sólo un profesional que vea las grietas y el edificio in situ puede hacer un diagnóstico certero que explique si las grietas tienen o no importancia.
Hay infinidad de tipos de fisuras (finas) y grietas (más gruesas): verticales, horizontales, en ángulo de 45º, etc. Pero pueden no ser graves; tan sólo el movimiento normal de un edificio –ligero y para lo que ya están preparados–.
Cuando se trata de grietas finas (fisuras), cuya aparición en la vivienda se da en los primeros años o incluso meses, lo más probable es que se deba a que el forjado haya flechado un poco, lo cual es normal hasta un límite.
Sin embargo, si la grieta es muy gruesa y cabe un lápiz fino o incluso un dedo, habrá que determinar si este movimiento está dentro de los límites legales o no. Para ello debemos llamar cuanto antes a un arquitecto. Ante una grieta seria podemos pensar en problemas de asentamientos diferenciales –más por un lado que por otro–. No son muy habituales pero suelen ser muy graves.
En primer lugar, el arquitecto debe realizar una inspección ocular. Así sabremos si las grietas son graves y si han dejado de moverse, en cuyo caso la constructora ya podrá enmasillar y pintar. No nos resultará demasiado caro si se paga entre toda la comunidad.