En mi trayectoria profesional he concebido que la función de un “JEFE” es lograr que el resto de empleados de la empresa, sus subordinados, desarrollen su trabajo con eficacia y entusiasmo. No estamos hablando aquí del “dueño del negocio” o socio que se halla en la cúspide de la pirámide empresarial, sino de la persona de confianza de éste último cuyas funciones son, entre otras, distribuir la carga de tareas entre los empleados, solventar los conflictos laborales y/o personales que puedan surgir entre éstos, transmitir al “dueño del negocio” las necesidades de los empleados tales como solicitud de vacaciones, días libres, permiso para asistir a una cita médica etc.
Los jefes tóxicos son despiadados verdugos sin moral, sin principios, sin educación, ni respeto, que amparados en puestos de confianza carecen de la formación, cultura y “saber estar” que requieren las primordiales funciones que desarrollan, dejando resultados devastadores a su paso: frustran la dedicación, esfuerzo y méritos de los trabajadores, los censuran gratuitamente, los desmotivan, los humillan, los hace inseguros, no admiten que los trabajadores respetuosa y razonadamente manifiesten su parecer en sentido contrario a cualquiera que sea su extralimitada y abusiva decisión.
En definitiva, los jefes tóxicos proyectan sus complejos y carencias sobre los trabajadores que consideran una amenaza a su poder, y/o que destacan por su méritos y cualidades personales y profesionales, valiéndose normalmente del apoyo de “aliados”, es decir de otros empleados fácilmente manipulables, a quienes considera inferiores y sumisos, logrando de esta forma un caldo de cultivo perfecto del moobing.
¿Qué efecto tienen los jefes tóxicos en los empleados valiosos a nivel humano y profesional? Destruyen su autoestima, lesionan su integridad moral dejando secuelas, en ocasiones irreparables. Estos trabajadores, ante la necesidad de conservar su puesto de trabajo, no comunican al “dueño del negocio” el trato vejatorio recibido por el jefe de personal, y alimentado por sus “aliados”, error que no debe de cometer ningún trabajador, tienen que expresar al dueño del negocio/empresa, siempre, la conducta tóxica del Jefe de administración, que bajo la confianza y el amparo supuesto, que cree que sostiene, bajo engaños paliativos en las reuniones diarias que sostiene con el dueño, donde le cuenta lo que quiere, y el dueño, al no saber de la situación real, lo dá por válido, hasta que un día estalla la situación real, de opresión, mediocridad, y apabullamiento que tiene el Jefe, sobre todos los empleados, y es cuando el Jefe tóxico sale despavorido de la empresa, y por la puerta de atrás, haciendo creer, a sus empleados aliados, que se va a mejor vida, y negando la mayor, que es la realidad, un impresentable, autoritario , vago y manipulador.
No dejes nunca de creer en ti, en tus posibilidades, porque todos valemos, y somos los mejores, aléjate del Jefe tóxico, siempre, no le des oportunidad de que te manipule, por su posición que ejerce de superioridad, no entres en su bucle, de invitaciones obligadas a comer, cenar o quedar con él los fines de semana, cada uno es su jefe, y nadie más.
Antonio Miguel Expósito Martín