El precio de la vivienda podría caer entre un 5% y un 7% anual durante los próximos tres años, adicional a los ajustes que ya ha sufrido el sector. En el mercado inmobiliario «vende el que vende más barato» y en un sector en el que aún existe un excedente acumulado de más de 1,7 millones de viviendas sin vender, la presión sobre los precios sólo puede ser a la baja. Existen excepciones. Este excedente se absorberá, previsiblemente en dos o tres años, en Madrid o en zonas de costa de Alicante y Málaga. Sin embargo, tampoco en estos lugares existen condiciones suficientes para esperar un gran repunte de precios a partir de 2017.
En términos generales, los bancos aún cuentan con unas 400.000 casas –el 23% del excedente– a las que dar salida bajo la atenta mirada del BCE, lo que les debería empujar a venderlas con descuentos. Al mismo tiempo existe una sobreoferta de viviendas que proviene de las crecientes herencias, en línea con el progresivo envejecimiento de la población, que también hará a los herederos cerrar ventas primando la rapidez al precio. Por el lado de la demanda, la situación del empleo hace pensar en una recuperación lenta de la ocupación, a tasas inferiores al 2%, con un mayor peso de los contratos temporales y a tiempo parcial y con salarios cada vez más bajos. Unas condiciones que no hacen prever grandes incrementos en las transacciones.