La disolución de una pareja de hecho no afecta al pago de la hipoteca. El pago deberá seguir siendo abonado por las dos personas. Si la hipoteca está a nombre de ambos y la relación se termina, existen distintas opciones. Lo más sencillo sería vender la casa y cancelar la hipoteca en común. Hay que tener en cuenta otros factores para vender la casa, como por ejemplo estar en una situación económica que permita la venta de la casa hipotecada de manera sencilla y rápida. El problema viene cuando la situación económica es de crisis o que el sector inmobiliario no pase un buen momento.
Otra opción es dar la casa al banco, aunque hay que tener en cuenta que es muy complicado que una entidad financiera la acepte. Si esta ve otras opciones de cobro, no aceptará esta opción.
Otra de las opciones sería que un integrante de la pareja se quedase con la propiedad, pactándolo de mutuo acuerdo. Una de las partes de la pareja o matrimonio adquiere la vivienda y asume la hipoteca. Este proceso, llamado extinción de condominio, conlleva una serie de gastos: notaría, registro, gestoría…
Por último, otra posibilidad es que, a través de una sentencia judicial, una de las partes adquiera la vivienda. El problema es que no asumiría la deuda hipotecaria completa, sino que los dos seguirían pagando. Esto se debe a que los jueces no pueden obligar al banco a que elimine a uno de los titulares. Puede darse en casos en los que uno de los cónyuges se queda con la propiedad porque cuida de los hijos.